Los dividendos son una bonificación que las empresas dan a sus socios o accionistas cuando estas obtienen beneficios. Básicamente, la empresa que ha obtenido una cuenta de resultados positiva destina un porcentaje de sus ganancias (pay out) a repartirlas entre sus socios y accionistas. La cantidad de dividendos que cobra un accionista dentro de ese reparto se hace en función de la parte alícuota del capital social de la empresa que tiene ese socio. Ésta se cuantifica mediante el número de acciones que tenga ese propietario. Así pues por cada acción se corresponde una cuantía en forma de dividendo y cuanto más acciones tenga el socio mayor será la remuneración total que reciba.
Gracias a este forma de repartir dividendos, la rentabilidad de una acciono no sólo depende de cómo cotice la accione de la empresa en Bolsa, sino también del dinero que puede aportar en forma de dividendo. Por ejemplo, una acción que cueste 20 euros en Bolsa y que remunere 20 céntimos en concepto de dividendo estaría aportando una rentabilidad del (0,2/20) x 100 = 10 %. Siguiendo con el ejemplo anterior el propietario de 1000 acciones de esta empresa en concepto de dividendos cobraría 200 euros. Los dividendos que se cobran se consideran ganancias de capital y por tanto están sometidos a gravamen en el IRPF. La cuantía que se cobra en dividendos no es fija y depende de la cantidad de beneficios que genere la empresa.
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