DOLO

En términos jurídicos y coloquiales, el dolo es la voluntad deliberada de cometer un acto fraudulento a sabiendas de que se incumple la ley y que causa un perjuicio a otra persona o institución. Se diferencia, por tanto, de la culpa en que hay una voluntad manifiesta de cometer un delito y de perjudicar a otra persona, cosa que no tienen porque suceder con la culpa. Por ejemplo en la negligencia una persona puede ser culpable del delito pero no caer en dolo porque no tomó todas las cautelas correspondientes para realizar una actividad, pero en su ánimo no estable perpetrar un delito o dañar a alguien. Se considera también como dolo no solo a la voluntad sino al acto jurídico ejecutado a sabiendas de que su finalidad real no es otra que perjudicar a otra persona o vulnerar sus derechos.

Dentro del ámbito contractual, el dolo en los actos voluntarios hace que un contrato firmado entre dos partes cuando una de ellas firma el contrato por inducción al error, intimidación, chantaje o fuerza bruta sea anulado. También se produce dolo en el incumplimiento de las obligaciones financieras, cuando un deudor posee la liquidez y la solvencia necesaria para cumplir con las condiciones pactadas de la devolución de un préstamo, pero este se niega a pagar con la intención de perjudicar al acreedor o a terceros. En el ámbito civil hay dos tipos principales de dolo que se pueden distinguir: el directo y el indirecto. El dolo directo o de primer grado es cuando hay una correspondencia exacta entre lo que quería hacer el delincuente y lo que hace. Ejemplo: Juan dispara a Pepe y Pepe se lleva un balazo. El dolo indirecto o de segundo grado se da cuando el delincuente quería hacer una cosa pero sucede otra cosa que no esperaba, pero que esta nunca habría sucedido si el delincuente no la hubiera hecho. Ejemplo Juan dispara a Pepe, pero el cañón de la pistola está desviado sin que Juan lo supiera y el balazo se lo lleva otra persona.