La figura del fiduciario surge como una suerte de tutor en la administración de las finanzas de otra persona que a través de un poder legal recibe la confianza y el permiso de otra persona para que administre sus recursos económicos de forma diligente. El principal deber del fiduciario es actuar exclusivamente en beneficio de quienes representa. En este sentido, entre las obligaciones que recaen sobre el fiduciario está el de tomar las decisiones con respecto a los recursos económicos de la otra persona que más redunden en el beneficio de ella y no en el del fiduciario en sí. Otro de los deberes del fiduciario es atender a las obligaciones financieras que tiene la persona a la que representa valiéndose de los recursos que dispone para gestionar (pago de deudas, facturas, cobros… etc). Finalmente, el fiduciario debe llevar un buen registro de todas las acciones llevadas a cabo con el patrimonio delegado para en su momento dar debida cuenta de las gestiones realizadas ante la persona propietaria del patrimonio. Ejemplos de fiduciarios son los fideicomisarios y los guardianes o tutores de propiedad.
En la jerga financiera el término fiduciario también puede referirse a cualquier cosa cuyo valor dependa de la confianza o el crédito depositado en ella. Un ejemplo es el dinero actual el cual por los materiales en los que esta compuestos monedas y billetes, en principio, no debería poseer gran valor sin embargo sí que lo tiene porque el dinero está social e institucionalmente aceptado como medio para adquirir bienes y servicios y saldar deudas.
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