Un horizonte temporal es el periodo de tiempo que nos marcamos para sacar el máximo rendimiento de una inversión a la espera que el análisis coste beneficio de realizar dicha inversión nos dé el mejor resultado. Por ejemplo: si invertimos nuestro dinero en un depósito a plazo fijo con un periodo de vida de dos años, nuestro horizonte temporal mínimo con esa inversión es de dos años para que, una vez cumplido ese plazo, podamos retirar el capital invertido más los intereses. Si retiráramos antes el dinero lo más seguro es que sufriríamos una penalización que mermaría los beneficios de dicha inversión en relación a los costes soportados en ella (mantener ese dinero paralizado en un depósito).
Generalmente para poder establecer un horizonte temporal definido hay que marcarse unos objetivos concretos de ganancias. Por ejemplo: un niño que quiere comprarse un juguete que vale cierta cantidad (vamos a suponer 100 euros) y le dan a la semana una paga de 10 euros. De esa paga ahorra la mitad y los otros 5 se los gasta. De esta forma, su horizonte temporal serían 14 semanas hasta tener ahorrados los 70 euros que le faltan para poder comprar el juguete. Lo mismo sucede con las inversiones si nos marcamos un objetivo de ganancias y establecemos unas ganancias promedio por periodo, se puede estimar el horizonte temporal asociado a esa inversión. Obviamente, el que este horizonte se cumpla dependerá del tipo de inversión y de los riesgos asociados a esta.
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