Se habla de inflación cuando se produce un aumento generalizado de los precios que no se limita a determinados artículos. Como resultado, pueden adquirirse menos bienes y servicios por cada euro, es decir, cada euro vale menos que antes. Si bien en el largo plazo la inflación es un fenómeno monetario que se da cuando la cantidad de dinero en circulación aumenta sin que se haya dado un aumento del nivel de producción en una economía en la misma proporción, a medio y corto plazo hay otros factores que pueden incrementar el nivel general de precios.
De esta forma, a corto y medio plazo, la inflación puede estar provocada por un aumento de los costes de producción, un alza de los precios energéticos, una subida del IVA, un incremento de los salarios por encima de la productividad o, o mismamente el propio crecimiento económico sobre todo cuando se está en situaciones cercanas al pleno empleo el aplicar medidas de estímulo económico empuja al alza a los precios. La inflación tiene efectos tanto positivos como negativos en la economía. Por un lado penaliza el ahorro, ya que un alza generalizada de los precios hace que la moneda pierda capacidad adquisitiva y con ello, con una misma cantidad de dinero en el futuro, se pueden comprar menos cosas que en el presente. Por otro, la inflación ayuda a los agentes en sus procesos de desendeudamiento haciendo que las deudas resulten más fáciles de pagar. Una inflación moderada (entre el 2% y el 3% anual) es un valioso incentivo económico, pero a tasas elevadas constituye un problema que deben solventar los bancos centrales.
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