El lavado de capitales, es el conjunto de actividades y procedimientos que permiten introducir dinero de procedencia ilícita en el circuito de la economía legal con la finalidad de ocultar su origen. Constituye una de las principales estrategias que las organizaciones criminales emplean para protegerse de las autoridades policiales y judiciales sin que les puedan detectar por hacer uso del dinero obtenido mediante actividades delictivas. Puede realizarse mediante la alteración de la forma del dinero para evitar su identificación, o mediante su transferencia a paraísos fiscales o países con controles financieros más bien laxos. El proceso suele comienza a través de la transferencia de fondos de origen ilegal al sistema financiero legal en pequeñas cantidades. Seguidamente, estos se someten a movimientos y conversiones que ayuden a distanciarlo del lugar donde se generó; por último, se procede a su definitiva reintroducción en la economía legal mediante la inversión en algún sector económico o la creación de empresas fraudulentas.
El capital blanqueado a través de complejos sistemas financieros consigue tener una apariencia legal y se encuentra a la disposición de otras entidades legales. En muchas ocasiones dichas entidades han sido creadas precisamente con el fin de que el blanqueo de capitales sea lo más efectivo posible, con lo que formarían parte de la propia estructura delictiva. La legislación que protege el secreto bancario suelen hacer muy difícil el poder detectar las operaciones de blanqueo o lavado de capitales.
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