El Leasing Financiero es una modalidad atípica del contrato de alquiler. Básicamente, este consiste en el que un arrendador traspasa a un arrendatario el derecho a usar un determinado bien durante un tiempo determinado y en unas condiciones previamente establecidas. Al término del contrato, el arrendador tiene la opción de comprar el bien, devolverlo o renovar el contrato.
Hasta aquí, el leasing y el contrato de alquiler parecen casi idénticos. Sin embargo, en la práctica hay una diferencia notable, la cual consiste en que en la operativa habitual del leasing financiero intervienen tres partes. De esta forma, lo habitual es que haya un Proveedor del bien, que es quien se lo vende a la empresa de leasing para esta poder arrendarlo, la empresa de leasing que alquila el bien al cliente final a cambio de una cuota y el cliente final que utiliza el bien y atiende al pago de las cuotas en su condición de arrendatario. El cliente final no detenta lo propiedad del bien, solo su posesión de manera que ante impago de la cuota establecida por parte del cliente facilita la recuperación del bien por parte de la empresa de leasing. Por otra parte, al finalizar el contrato del leasing financiero queda establecido un valor residual el cual si el cliente final abona puede quedarse con el bien. Este valor residual depende del valor inicial del bien y de descontarle las cuotas que el cliente final ha ido pagado por este durante el tiempo que ha durado el contrato de leasing.
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