Los bonos y las obligaciones del Estado son activos de renta fija emitidos por el Tesoro Público que tienen características idénticas a diferencia del plazo de vencimiento. Si en el caso de los bonos va de dos a cinco años, el de las obligaciones es superior al lustro llegándose a subastar obligaciones en algunos casos a 30 años. Las obligaciones del Estado se emiten mediante subasta competitiva. El valor nominal mínimo que puede solicitarse en una subasta es de 1.000 euros, (166.386 pesetas) y las peticiones por importes superiores han de ser múltiplos de 1.000 euros. Al igual que ocurre con los bonos, las obligaciones son activos de renta fija en los que el inversor sabe de antemano el retorno que le va a dar esa inversión a medida que va cobrando los cupones de la obligación y al final del plazo de vencimiento recibe a su vez el principal del capital invertido.
Las obligaciones del Estado son además un termómetro del grado de confianza que cuenta el Estado y su economía en el mercado. El motivo es que al ser activos con un periodo de vencimiento tan largo su tipo de interés, se enmarca dentro de los llamados tipos de intereses a largo plazo cuya evolución depende no tanto de la política monetaria del Banco Central como de factores estructurales de la economía tales como las expectativas de productividad, inflación y crecimiento económico. Cuanto más halagüeñas sean esas expectativas, más confianza generan las obligaciones de ese Estado y menor será el tipo de interés que los inversores exigirán para prestar dinero a ese Estado a tan largo plazo, en base al poco riesgo que perciben en invertir en su deuda pública.
De lunes a viernes
de 9:00 a 22:00 h. Sabados de 10:00 a 15:00 h. |