Un saldo es un resultado contable sobre una determinada partida que refleja la cantidad de dinero que se tiene o que se debe en un momento dado. Imaginemos que abrimos a principios de mes una cuenta corriente con 10.000 euros. A mediados de mes sacamos 800 euros para pagar una serie de gastos y a finales de mes nos ingresan una nómina de 1.000 euros. El saldo al final de todo esto serán la suma de todas las entradas de dinero (ingresos) menos todas las salidas de dineros (gastos), en este caso, 10.000 – 800 + 1.000 = 10.200 el saldo de nuestra cuenta corriente al final de dicho mes. El saldo no tiene porqué ser positivo, si las salidas de dinero superan a las entradas este será negativo, lo que coloquialmente se llama números rojos o descubierto el cual puede acarrear una penalización si esa situación no se subsana lo antes posible. También puede darse un saldo cero cuando las entradas y salidas de dinero han sido equivalentes con lo que lo que queda en la cuenta y lo que reflejará el saldo es cero.
En resumen, los saldos es una medida en contabilidad que nos permite conocer la situación patrimonial en un momento dado de una persona o empresa. En el balance de situación de una empresa al cierre de un ejercicio, cada una de las cantidades que aparece reflejada en las diferentes partidas son los saldos de esas cuentas. Estas habrán podido variar con respecto al anterior ejercicio en base a las anotaciones en el debe (salidas de dinero) y en el haber (entradas de dinero), en sus respectivos asientos contables.
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