Una zona monetaria es un área geográfica en la que en un conjunto de países se aplica de manera coordinada la misma política monetaria, la cual se implementa gracias a que comparten la misma divisa, o bien tienen estos países fijados un sistema de paridades en los tipos de cambio de sus respectivas divisas. La principal función de un área monetaria es facilitar que se dé el comercio entre los países que la integran. El hecho de tener la misma moneda o bien un sistema de paridades entre divisas y todo ello bajo una política monetaria coordinada permiten eliminar distorsiones como las subidas o bajadas del tipo de cambio entre divisas cuando se intercambian bienes y servicios entre países.
Para que una zona monetaria se considere óptima (esto es que saque el máximo provecho de que los países miembros compartan la misma divisa) es necesario que se dé una amplia movilidad laboral entre los trabajadores de esa área, que haya también una amplia movilidad de capitales, una gran flexibilidad a la hora de establecer precios y salarios en toda la zona en su conjunto, y que la política fiscal esté también armonizada en la zona monetaria. Si no se cumplen estos criterios no se considera que se está en una zona monetaria óptima con lo que es factible que en casos de crisis entre los países miembros hayan shocks asimétricos, siendo la crisis mucho más dura para unos países que ha otros. También, si no hay una zona monetaria óptima se puede truncar temporalmente el proceso de convergencia económica que automáticamente se inicia entre países que forman parte de la zona monetaria. Es decir, se puede interrumpir el proceso en el que los países miembros tienden a confluir todos al mismo PIB per cápita, el mismo nivel de precios, de tipo de interés etcétera.
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