A medida que la humanidad ha ido avanzando también las formas de los medios de pago ha ido en esa misma dirección. Al principio con la economía de trueque los medios de pago era cambiar una determinada mercancía por otra, posteriormente se decidió que los precios de todos los bienes estuvieran referenciados a una cantidad de un determinado bien que hacía como “numerario”. Ese fue el origen de dinero mercancía en donde el dinero solía ser monedas de metales preciosos, es decir, dinero mercancía (que tenía tanto su propio valor material como el que le confería el ser el medio para pagar y saldar deudas).
Posteriormente se fue viendo que el dinero no necesitaba necesariamente de estar hecho de un metal precioso para tener valor, sino que por el mero hecho de ser un medio de pago socialmente aceptado para comprar bienes y servicios y saldar deudas ya es aceptable. De ahí, surgió el dinero fiduciario, como los billetes y monedas o el dinero en efectivo que conocemos. Posteriormente también se empezó a considerar dinero a las anotaciones bancarias en cuenta corriente y en un estadio posterior surgió el dinero electrónico en forma de tarjetas de crédito y de débito que vamos a describir a continuación.
La principal diferencia entre este tipo de tarjetas radica en la forma en que mediante su uso terminamos abonando la deuda que contraemos. En el caso de las tarjetas de débito estas están asociadas a una cuenta corriente. De esa forma la tarjeta de débito actúa como mecanismo para poder pagar accediendo directamente al dinero depositado en nuestra cuenta corriente y extrayendo de ahí el dinero que utilicemos en nuestras transacciones. Estas tarjetas tienen como límite de uso el dinero que haya en esa cuenta corriente. Si el dinero de la cuenta se agota, ya no se puede utilizar más hasta que se recargue esa cuenta corriente, con lo que podemos concluir que una tarjeta de débito es un medio de pago en sí misma.
Por su parte las tarjetas de crédito lo que nos permiten es realizar nuestros pagos como si tuviéramos a nuestra disposición una línea de crédito concedida por nuestra entidad financiera. De hecho, lo normal es que antes de concedernos una tarjeta de crédito el banco estudie nuestra solvencia tal y como haría ante una solicitud de crédito ordinaria. Con una tarjeta de crédito puedes efectuar pagos incluso agotando el saldo de tu cuenta corriente, pues esos pagos que hagas no tienes que abonárselos al banco hasta el mes siguiente. El crédito puede devolverse de tres formas: bien a fin de mes en un día establecido del mes siguiente al que se efectúa la compra, mediante un porcentaje que todos los meses debemos desembolsar o una cuota fija.
Otra de las diferencias entre ambos tipos de tarjetas es que las tarjetas de crédito permiten financiar. Así, te permiten pagar a plazos y hacer tus compras sin necesidad de desembolsar el total del pago. Cosa que las tarjetas de débito no permiten bajo ningún concepto. Este uso no sale gratis. La tarjeta de crédito cobra unos intereses al titular, al retirar dinero o al fraccionar los pagos. Estos intereses no son frecuentes en las tarjetas de débito.
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